La fotógrafa que exploró la corporeidad, el ser, la feminidad, la evanescencia, y la relación con el espacio físico. Un trabajo con trazos surrealistas.
Nacida en Denver, Colorado el 3 de abril de 1958 en el seno de una familia de artistas. Su madre Betty Woodman, era escultora y ceramista, su padre pintor y fotógrafo y su hermano Charlie video-artista.
La infancia de Francesca transcurrió entre Boulder, una ciudad de Colorado, En 1965-66 vive un año en Florencia. Compran una casa en Antella, un pueblo de la Toscana Italiana frecuentada por artistas y exponentes de la alta sociedad de Florencia donde pasará muchos veranos.
En otoño de 1972 Francesca se matricula en la Abbott Academy, un internado ubicado en Andover (Massachusetts) que privilegiaba el estudio del arte. Es ahí donde aprende fotografía, por primera vez. Su cámara era una Yashica-24
Con solo 13 años empezó con sus primeros trabajos, adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro y con formato cuadrado, dando prioridad a la iluminación para conseguir centrar la atención sobre un sujeto principal, normalmente único, en escena.
A los 13 años de edad, Woodman había encontrado la forma de esconderse frente a la cámara y, al hacerlo, había encontrado su más perdurable tema. Su primera fotografia “Self-portrait at thirteen”
Entre los años 1975 y 1979 fue estudiante de la Rhode Island School of Design en Providence, y fue aceptada en el Programa de Honores que le permitía vivir durante un año en las instalaciones de la escuela en Palazzo Cenci en Roma
En esta primera fase, predominan los espacios naturales y estos se adhiren a su cuerpo. La inspiración parece btrotar de su interior.
Durante su estancia en la capital italiana (1977-1978), se identificó con el surrealismo y el simbolismo, Sus fotografías empiezan a tener un tono decadente, representada en las paredes desnudas y los objetos antiguos que también comenzaron a poblar sus trabajos.
En 1979 se trasladó a Nueva York, donde quiso hacer carrera fotográfica. Pasa el verano con su pareja, Benjamin Moore, en Stanwood, Washington. Cuando regresa a NY realiza buena parte de sus proyectos y se introduce en la fotografía de moda.
Envió portafolios a algunos fotógrafos de moda, pero sus esfuerzos no se vieron recompensados y siente el rechazo por parte de influyentes fotógrafos del momento. Su moral empieza a resentirse .
Junto a esto, la ruptura traumática con su pareja la sume en una profunda depresión.
Durante este periodo Francesca sale de la oscuridad artística en series como las de Mirror floating down river. El uso de espejos y cristales parecen una exploración para fotografiar lo que no existe.
Intenta suicidarse en septiembre de 1980. Se mudó con sus padres quienes, a partir de ese momento, la mantuvieron en vigilancia constante. Asistió a terapia y tomó antidepresivos. En sus diarios, la fotógrafa empieza a dejar ver sus grietas, las drogas, los desamores.
Ese mismo día, Francesca Woodman se suicidó con tan solo 22 años. Saltó por una ventana de un loft del Lower East Side de Manhattan en Nueva York.
Dejará una nota a una compañera suya de instituto “ Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…”
Su obra consiste en retratos, mayoritariamente de mujeres en blanco y negro, siendo ella misma la modelo en muchas ocasiones. El cuerpo es uno de los temas centrales de su fotografía; las figuras humanas aparecen borrosas, perdidas en la sombra.
Niega la relación artista-modelo al igual que las posturas clásicas en favor del movimiento. Las largas exposiciones a las que somete las tomas dan efecto de una transición entre lo físico y lo psicológico.
Al mismo tiempo las caras borrosas en una obra de autoafirmación parecen un mecanismo de defensa creando una máscara a su propio personaje.
Para Francesca Woodman el medio preferido para sus imágenes era el libro: sus fotos pasaban desapercibidas en galerías, sobre todo si tenían que competir con las imágenes de moda, aumentadas a tamaños descomunales.
Diseñó libros para recoger sus fotografías, pero sólo se publicó uno de ellos: Algunas geometrías interiores desordenadas (Some Disordered Interior Geometries), en 1981.
Francesca Woodman es una de las artistas clave para entender el proceso de exploración de la identidad y de la subjetividad en el arte contemporáneo, mediante el autorretrato, medio de exploración por excelencia del propio yo. La manera de desvelar nuestro estado emocional
Sus amigos la describen como una persona con una vitalidad exhuberante, una persona singular que entre la ironía y la desesperación conforma un retrato de la generación de los 70’
Francesca escoje como tema principal su cuerpo desnudo para mostrar lo más profundo e interno de si misma, la desnudez de sus obsesiones, como si quiesiera llegar a aquello que ninguna cámara es capaz de fotografiar
La producción artística de Francesca Woodman fue muy prolífica: dejó unos diez mil negativos y más de 800 fotografías impresas sin contar apuntes, álbumes y hojas de trabajo.
Su muerte prematura dejó un legado con más de 800 obras gestionado por sus padres. En las dos últimas décadas han aparecido un buen número de artistas con una obra claramente influida por Woodman: Rebecca Cairns, Ellen Rogers, Lydia Roberts o Dara Scully,
Aparte de múltiples exposiciones de su obra, se ha editado su diario personal y sus padres han protagonizado un documental titulado The Woodmans
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